Bosqueterapia

De todas las modas de salud y bienestar, la bosqueterapia es la que más llama la atención. No por su absurdo nombre, ni porque no funcione (sí que funciona), sino porque muestra claramente uno de los mayores problemas que tiene el ser humano moderno: su alienación del medio natural.

Los beneficios de la bosqueterapia

La bosqueterapia, también llamada baño de bosque, tiene incontables beneficios, sobre todo en aquellas personas cuya salud está ya muy mellada por la frenética vida moderna. De hecho, seamos honestos, los beneficios de la bosqueterapia sólo van a ser medibles en estos pobres individuos. ¿Acaso crees que la salud mental de tu antepasado cazador-recolector mejoraría mucho después de pasear en el bosque? Obvio que no.

Lo que ocurre aquí no es que los baños de bosque sean inesperadamente beneficiosos para nuestra salud. La realidad es que nuestro punto de referencia de lo que es "saludable" está horriblemente distorsionado por nuestra forma de vida moderna. Tanto es así, que algo tan natural, algo tan sencillo como ver verde y respirar aire limpio, parece aumentar enormemente nuestros niveles de salud. Estamos tan alejados del entorno para el que estamos diseñados que una pequeña dosis de este parece llenarnos de vida.

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¿Verdad que entiendes de lo que hablo?

No es tanto que el bosque te cure, sino más bien que la urbe te mata.

La bosqueterapia en la sociedad industrial

Es innegable que la modernidad y la industrialización han traído enormes beneficios al conjunto de la humanidad. Seguridad material, un alto nivel de vida, avances médicos y tecnológicos... son sólo unas pocas de las innumerables victorias de la sociedad industrial. Sin poner en duda estos éxitos, me gustaría plantear la pregunta: ¿pero a qué precio?

Sí, vivimos como reyes. Sí, no pasamos frío en invierno. Sí, nuestra nuestra próxima comida está asegurada. Sí, estamos cada vez más cerca del momento en el que la muerte sea cosa del pasado...¿pero a qué precio? Parece imposible disfrutar de todas las comodidades de la sociedad industrial sin que esta parezca estar pudriéndose por dentro.

Es evidente que en nuestra ruta hacia el pogreso nos dejamos algo por el camino. Olvidamos la majestuosidad de donde venimos. Sustituimos el aire puro y el sonido de los pájaros con el aire sucio y ruido de fondo de la ciudad. Donde antes había una cálida relación ancestral ahora hay un vacío preocupante. Con todo esto no quiero decir que una vuelta a una forma de vida más natural vaya solucionar todos los problemas actuales, pero sí que solucionaría unos cuantos.

Si pasear en el bosque ya reduce la ansiedad, el estrés, la depresión y el insomnio del humano moderno, imagina lo bueno que sería no causar estas cosas desde un principio.

Conclusión

Evidentemente no todos podemos permitirnos vivir fuera de la ciudad; pero tampoco hay que llegar a tal extremo (¿o sí...?).

Salir de la jungla de asfalto de vez en cuando y ver algo de verde y respirar aire limpio es algo que está fácilmente al alcance de todos. Y sinceramente... es algo que debemos a la salud colectiva de la especie.


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